Si ya llevas un tiempo escribiendo historias o te gusta leer blogs literarios es probable que hayas oído hablar del final deus ex machina. En qué consiste exactamente. Lo explico en este artículo.
El origen de la expresión deus ex machina
Deus ex machina es una expresión latina que describe un antiguo dispositivo utilizado en las tragedias griegas y romanas. Se puede traducir como “dios de la máquina”, y hace referencia a la representación del deus ex machina en el teatro clásico.
La aparición de este artilugio al final de la representación era una estrategia que ayudaba a los dramaturgos a resolver una trama muy difícil de resolver, haciendo que un actor que interpretaba a un dios o una diosa bajara al escenario mediante un dispositivo similar a una grúa denominado “mechane”. Es el final utilizado por Eurípides en la obra de teatro Medea.
¿Qué es exactamente un final deus ex machina?
Decimos que un desenlace es un deus ex machina cuando una historia se resuelve con un final azaroso y sorpresivo, que no guarda relación con el resto de la trama. Porque una cosa es que el final nos sorprenda, y otra muy distinta que se resuelva por puro azar. Tan por azar, que podría haber sido así o de cualquier otra manera que se le hubiera ocurrido al autor.
En otras palabras, en el desenlace deus ex machina la resolución no es consecuencia de las acciones que ha emprendido el protagonista a lo largo de la historia, más bien es un final fruto de la casualidad.
En la literatura contemporánea, la expresión “deus ex machina” se usa también para describir cualquier situación en la que se introduce algo inesperado o inverosímil en la historia y que se utiliza para resolver acontecimientos difíciles o tramas muy enrevesadas. Un deus ex machina propone una solución para el desenlace que resulta bastante improbable, muy azarosa, no siempre imposible (aunque a veces sí, como en el teatro clásico), y a menudo poco creíble.
En palabras del guionista Daniel Tubau:
Cuando el final se resuelve gracias a la intervención de un personaje desconocido hasta entonces, o debido al cambio repentino de carácter de uno de los protagonistas, o por un acontecimiento inesperado como un cataclismo, se dice que el guionista está utilizando un deus ex machina. Es lo que en lenguaje corriente se diría: «sacarse un as de la manga» o «un conejo de la chistera».
Resolución fruto del azar
Si lees habitualmente nuestro blog, sabrás que hemos tenemos varios artículos dedicados a las motivaciones del personaje de novela, al deseo y objetivo de los protagonistas, y a los conflictos narrativos.
Como dice el refrán “quien algo quiere, algo le cuesta”. Bueno, pues esta idea es la que utilizamos para que nuestro protagonista luche por lo que quiere. Tiene un deseo, y tendrá que enfrentarse a muchas complicaciones para alcanzarlo. No se lo pondremos fácil, ¿verdad? Nuestro héroe o heroína sufrirá un poco. ¿Por qué menospreciar su esfuerzo y recurrir al azar para resolver el desenlace de la historia?
Ya lo dejaba bien claro Aristóteles es su Poética:
Lo correcto, por tanto, en los caracteres, así como en los incidentes del drama es buscar siempre lo necesario o lo probable; de modo que cuando tal personaje diga o haga tal cosa, sea la necesaria o probable consecuencia de su carácter. A partir de esto se advierte (para formular una digresión) que el desenlace también debe surgir de la fábula misma, y no depender de un artificio de la escena, como en Medea, o en el episodio del embarque (detenido) de los griegos en la Ilíada. El artificio (deus ex machina) debe reservarse para problemas fuera del drama para acontecimientos pasados más allá del conocimiento humano, o sucesos aún por producirse, que requieren ser intuidos o anunciados, puesto que es privilegio de los dioses conocer de antemano. Entre los incidentes reales nada debe ser inexplicable, y si lo fuera debe quedar excluido de la tragedia, como en Edipo de Sófocles.
Historias con final inesperado
Esto de deseo y conflicto, en general, parece que lo tienen claro todos mis alumnos. Sin embargo, a menudo cuesta encontrar un desenlace coherente con toda la trama de la historia. No es fácil, es verdad, encontrar el final perfecto. Porque no queremos que el final sea predecible. Queremos sorprender al lector: que no descubra al asesino, que se lleve una alegría al final de una comedia, que le sorprenda cuando se revele un secreto familiar…
Claro, pero una cosa es sorprender y otra muy distinta un final deus ex machina. Cuál es la diferencia. Explícanoslo, Bego, pero sin enrollarte mucho, please. Bueno, lo intento.
Final sorprendente versus final sorpresivo
Un final deus ex machina es sorprendente, por extraño. Como que en este tipo de finales cualquier cosa es posible, desde que el protagonista sea abducido por un ovni hasta que el detective encuentre por casualidad la pista clave en el proverbio de una galleta china. Pero un final sorpresivo es otra cosa. ¿La diferencia? La coherencia con la trama y los indicios.
Un final deus ex machina no es coherente. Da igual lo que haya hecho el prota porque el final se resuelve de forma independiente de sus actos. En cambio, en un final sorpresivo hemos dejado caer indicios a lo largo de la historia. Indicios que, si están bien colocados, pasarán más o menos desapercibidos para el lector. Por eso, cuando lea el desenlace, si lo hemos hecho bien se sorprenderá, pero, al mismo tiempo, vendrán a la mente del lector todos o solo algunos de esos indicios, y se dará cuenta de la lógica y de todo el sentido que tiene ese final.
Sorprender es fácil, si entendemos por sorprender, por ejemplo, algo parecido a dar un susto a alguien. Piensa en el cumpleaños de un compañero de piso o un amigo. Nos escondemos detrás de la puerta con una madalena y una vela, y cuando aparece la persona salimos y gritamos: ¡Uh, sorpresa! Es fácil sorprender así. Pero encontrar un regalo que le guste y que le sorprenda es otra cosa, ¿verdad? Piensa en tu desenlace como algo más parecido a esto último.
Podemos lograr que un final sorprenda sin utilizar un deus ex machina. Se trata de dejar caer indicios, ir colocando pistas a lo largo de la trama para que, llegado el momento del desenlace, todas las piezas encajen.
¿Siempre es malo un final deus ex machina?
Es una pregunta que me hacen de vez en cuando mis alumnos. Personalmente, me decepciona mucho, para ser sincera. Es algo arbitrario y fácil. También depende del momento en que hagamos uso del deus ex machina. No es lo mismo en una escena en particular, que como resolución del desenlace o para cerrar el arco de transformación del personaje principal. En estos últimos casos es mucho más doloroso.
En Estrategias del guion cinematográfico de Antonio Sánchez Escalonilla, se explica muy bien.
Aunque puede suceder en cualquier momento del guion, el deus ex machina resulta especialmente peligroso en los clímax, pues con ellos se cierra la lógica de la historia. No basta con su espectacularidad, con su intensidad emocional: también han de resultar creíbles. Cuando un escritor o un guionista dicen “hágase”, saben que tan importantes son las leyes de la causalidad dramática (lógica) como las leyes de la estrategia emocional (interés). Un relato es fruto de una creación de ficción, pero debe contarse de modo verosímil, se trate del género de aventuras, de fantasía o de ciencia-ficción.
Un deus ex machina puede arruinar el hechizo que una ficción ejerce ante el espectador. Sin embargo, el desastre adquiere mayores proporciones cuando afecta al ámbito íntimo de los personajes: a las subtramas y a los arcos de transformación de los protagonistas. El espectador puede ser más o menos condescendiente ante una trasgresión cometida en el ámbito de la trama o de la red estructural, faltas que casi siempre se deberán a errores en la anticipación de los sucesos. En cambio, las incoherencias en los principios por los cuales un personaje actúa son difícilmente soportables.
Recordemos una vez más que las acciones personales son la clave del reconocimiento del espectador en la ficción narrada. Ante todo, un guion convence porque sus protagonistas resultan humanos, condición indispensable para que exista un paralelismo real entre el universo de sus vivencias y el universo de nuestra experiencia.
Así que ya sabes. Si estás seguro de que ese es el final adecuado para tu historia, comprueba si antes del desenlace hay alguna pista, algún indicio, algo que apunte hacia esa dirección. Si no es así, ten cuidado.
Bibliografía:
Las paradojas del guionista. Tubau, Daniel. Alba Editorial.
Estrategias del guion cinematográfico. Sánchez Escalonilla, Antonio. Editorial Ariel.
Poética. Aristóteles
Para este artículo he jugado con las disintas acepciones de las palabras sorprender, sorprendente y sorpresivo.
Del fr. surprendre, de sur- ‘sobre-‘ y prendre ‘prender’.
1. tr.Pillar desprevenido.
2. tr. Conmover, suspender o maravillar con algo imprevisto, raro o incomprensible. U. t. c. prnl.
3. tr. Descubrir lo que alguien ocultaba o disimulaba.
4. tr. Perú. Engañar a alguien aprovechando su buena fe.
1. adj. Que sorprende, que se produce por sorpresa.
De sorprender y -nte.
1. adj. Que sorprende o admira.
2. adj. Peregrino, raro, desusado, extraordinario.
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