Hace tiempo que quería dedicar un artículo a hablar de los tópicos, esas ideas argumentales tan extendidas que nos resultan
demasiado familiares y que, por desgracia, hemos leído o hemos visto en una película más de una vez. Por eso quiero explicar aquí lo que es un cliché literario y añadir ejemplos.
Una de las entradas más visitadas del blog, y curiosamente la que recibe más comentarios, es la que hace referencia al plagio literario. ¿Tienen nuestros seguidores un gran temor a ser plagiados? Me temo que ese no es el principal motivo de las consultas. La pregunta más frecuente que recibimos es: ¿Estoy cometiendo plagio?
Encuentra la originalidad en tu novela
Confieso que me entristece que las preguntas relativas al plagio sean las más frecuentes. Muchos de nuestros artículos tratan la creatividad literaria y otros incluyen ideas para despertarla como, por ejemplo, los ejercicios de escritura creativa. Mi pregunta para los que tenéis miedo a plagiar sería: por qué arriesgarte partiendo de las ideas de otros escritores pudiendo aportar las tuyas, que son únicas, originales y propias. ¿No es más fácil lograr la originalidad cuando partimos de cero que cuando lo hacemos con un personaje o un argumento que alguien ya ha desarrollado? Por no hablar del hecho de que, efectivamente, podrías tener algún tipo de problema legal si la historia no pertenece al dominio público, que es la pregunta más común en la entrada del plagio literario de nuestro blog.
Todos somos creativos. Tenéis que confiar en vuestra creatividad. Sí, ya lo sé (pongo mi lado comprensivo en modo ON): el trabajo, las responsabilidades y la rutina del día a día no facilita mucho las cosas. Pero tienes que hacer un esfuerzo por recuperar tu niño interior. Busca, y rebusca, en ti: tu experiencia es única. Trata de encontrar una manera original de contarla.
No me enrollo más y paso a comentar algunos de los tópicos literarios más comunes. Antes que nada, me gustaría decir que esto no son normas. Son solo unos consejos, mis consejos, los consejos de una profe de escritura creativa que lee cada año cientos de historias y que acaba encontrando con demasiada frecuencia las mismas ideas repetidas.
Clichés literarios y tópicos más frecuentes
A continuación, voy a mencionar algunos clichés literarios y tópicos que me encuentro a menudo en los relatos y novelas que leo en la actualidad, ya sea tópicos argumentales, lugares comunes o personajes tópicos. A los tópicos literarios de la literatura clásica dedicaré más adelante otra entrada del blog.
1- Todo fue un sueño: uno de los tópicos más recurrentes en la literatura
No fue el guionista de la serie Los Serrano el primero en recurrir a este cliché argumental, pero tal vez sí contribuyera a su expansión en España. Este tópico se utiliza sobre todo para resolver el desenlace de una historia. Cuando un autor no sabe cómo acabar un cuento o una novela, una solución fácil es decir que todo ha sido producto de una ensoñación. En otras palabras, es decirle al lector: no ha pasado nada de lo que te he contado hasta ahora, solo ha sido un sueño del protagonista. No cabe duda de que es un final deus ex machina, final que a menudo resulta engañoso y es mejor evitar. Primero, porque salvo la sorpresa en algún caso, no suele aportar nada; segundo, porque es uno de los desenlaces más frecuentes que he leído. Digamos que es el number one de los tópicos.
Puede considerarse una variante de este tópico la idea de que no es un sueño, pero sí algo imaginado por el personaje. En definitiva, tanto en una como en otra propuesta no ha pasado nada realmente, todo ha sucedido en la mente del protagonista: la historia solo estaba dentro de la cabeza del personaje, pero el personaje igual ni se ha movido del sofá.
También es frecuente utilizar este tópico para comenzar un relato o un capítulo de una novela, describiendo un sueño sin decir inicialmente que lo es. El protagonista despierta y es entonces cuando lo descubre el lector. “¡Sorpresa! El prota estaba soñando, te engañé”. Un final que es bastante tópico además de engañoso.
Amplicaciones de este tópico tan común son cuando el prota se despierta y no sabe bien dónde está, pero, eso sí, el lugar le resulta familiar. No lo recuerda, sin embargo, le resulta familiar. No sabe dónde está, pero ha estado allí antes.
Claro que podemos incluir sueños en nuestras historias. No estoy diciendo esto. El tópico es jugar con el engaño como única finalidad, que el lector crea que es real algo que no lo es. Cuando no se trata de forma adecuada esta idea, suele generar más confusión que sorpresa. Pese a todo, si consideras que es importante empezar por un sueño, pregúntate por qué no mencionar desde el principio que lo es. Si pese a todo, deseas jugar la baza de que el lector lo interprete de forma errónea, al menos, trabaja bien la transición sueño-realidad, deja caer algún indicio o dale un plus añadiendo al sueño un significado simbólico o premonitorio en la historia.
Nota: Si eres Borges y estás escribiendo “Episodio del enemigo” puedes olvidarte de este consejo.
No es lo mismo viajar que te cuenten un viaje. Ni es lo mismo soñar con una gran aventura que vivirla. Al lector tampoco le hace mucha gracia si todo lo que le has contado solo ha sucedido en la mente del protagonista.
2-No estaba muerto, que estaba de parranda
Podemos decir que este lugar común también está dentro del top de los tópicos literarios, dada la excesiva frecuencia con que lo encuentro en las historias de fantasía que leo.
Lo encontramos cuando aparece por sorpresa un personaje que se había dicho que estaba muerto. Habitualmente es un familiar del protagonista, casi siempre la madre o el padre. Poco se dice, eso sí, sobre las circunstancias de su muerte. Es como un misterio, algo de lo que no se habla mucho. A veces se dice explícitamente que este personaje ha muerto; otras se menciona que “se le ha dado por muerto”, aunque no apareció el cuerpo, quizá porque desapareció en una catástrofe, ya sea guerra, terremoto o explosión.
La cuestión es que, cuando estamos convencidos de que el prota es huérfano (snif, pobrecito), resulta que un día, ¡oh, sorpresa!, su padre/madre o su hermano/tío/amigo del alma resucita. Con lo de que resucita quiero decir que aparece de repente. Que resucitara no sería tan tópico, ja, ja. No, no estaba muerto, tampoco estaba de parranda exactamente, pero es muy probable que haya vivido solo, escondido en un sitio apartado o, si no, había sido secuestrado y estaba en un castillo o mazmorra. Eso sí, nunca se pidió ningún rescate. Habitualmente tampoco nadie fue en su busca, pues lo creían muerto.
Hay muchas variantes, no obstante, en este tópico, que lo alejan de ser calificado exactamente como tal. Por ejemplo, cuando es el personaje el que se hace pasar por muerto para esconderse de alguien que quiere matarle. Lo encontramos en varias películas y series americanas cuando aparece el conocido programa de protección de testigos. Otras veces, la falsa noticia de su muerte es provocada por el propio personaje que desea emprender otra vida lejos de sus familiares.
No esa raro encontrar este tópico en las sagas o series de novelas: un personaje que ha muerto en la primera parte, reaparece en la segunda o la tercera. Así sucede con el personaje de Valka, en la película de animación Cómo entrenar a tu dragón 2. En la primera parte creíamos que Hipo, el protagonista, era huérfano desde bebé, pero resulta que su madre estaba viva. Sin embargo, nunca fue en busca de su hijo. Según afirma, creyó que estaría más seguro si no lo hacía y además lo protegía así a los dragones. ¿En 20 años, nunca consideró que el supuesto peligro había pasado ni se interesó por la vida de su hijo? Como madre me cuesta creerlo. Rezo porque el guionista no tuviera hijos.
Al final, son muchas las historias que, de algún modo, juegan con esta idea, por eso resulta difícil ser original. Sin embargo, hay una diferencia entre estas variantes y el tópico “no estaba muerto” puro, y es que en ellas no se suele engañar al lector o espectador. Es decir, sabemos desde el principio que el personaje no está muerto porque eso suele ser parte del planteamiento de la historia. En el tópico puro, la idea de que está vivo sale como un conejo de la chistera cuando menos lo esperan los lectores.
Consejo: piensa bien si necesitas utilizar esta idea argumental en tu historia. Si la respuesta es afirmativa, si un personaje no está muerto no le digas al lector que lo está. Tampoco le digas que “lo más seguro” es que esté muerto como para no pillarte los dedos, simplemente relata qué pasó, cuenta los detalles de la desaparición: que sea el lector quien establezca su propia hipótesis.
En Cómo entrenar a tu dragón, Hipo, el protagonista, es huérfano de madre. Pero en la segunda parte, esta aparece por sorpresa. Valka, que había sido secuestrada por un dragón, nunca fue en busca de su hijo porque creyó que así estaría más seguro. ¿En 20 años nunca consideró que el peligro había pasado? Como madre me cuesta creerlo. Además de ser un idea tópica, para mí resulta poco verosímil. ¡Y eso que es una de las pelis favoritas de mi hijo!
3-Coincidencias del destino: el poder del azar
Siempre digo en mis cursos de escritura que en literatura hay que tener mucho cuidado con el tema del azar. ¿Podemos utilizarlo en nuestras historias? Sí, claro, pero no de cualquier manera. El azar es un gran aliado, por ejemplo, como fuente de inspiración para ayudarnos a crear ideas nuevas, como trabajamos en nuestro taller de creatividad para escritores. Pero si hablamos de argumentos, debes huir del azar como si te cruzaras por la calle con el profe más pedante de tu instituto o facultad.
¿Podemos incorporar elementos azarosos en nuestros relatos y novelas? Por supuesto, nadie dice lo contrario. A nuestro protagonista le puede tocar la lotería, ganar algo por sorteo y encontrarse con alguien por casualidad. Como nos sucede a todos nosotros también en nuestra vida diaria. A mí nunca me ha tocado la lotería, pero doy fe de que es posible. Pero otra cosa es que los elementos clave de nuestra historia se decidan únicamente por azar. Entonces sí se encienden las alarmas (ALERTA, ALERTA: luz roja parpadeante activada): el desenlace de una buena historia no puede ser producto de la casualidad. Un cliché tan común que tiene nombre propio: final Deus ex machina.
Como ya hemos hablado en el blog, nuestro protagonista tiene un objetivo en la historia, una motivación que impulsa al personaje a actuar, y nosotros no se lo ponemos fácil. Lo enfrentamos a muchos conflictos narrativos, le hacemos pasar por muchas dificultades a lo largo de la novela: no puede ser que al llegar al final adoptemos el papel de dioses y lancemos la moneda a ver qué sale. Porque seguro que sale cruz: la muerte de tu historia.
Si el protagonista se ha pasado doscientas páginas buscando por islas remotas un amuleto misterioso, que cuando llegue a casa derrotado no lo encuentre por casualidad en la mesita de noche de su vecino. ¿No es posible que lo tenga el vecino? ¡Claro que sí! Pero, por qué nunca visitó la casa de su vecino antes de marcharse. Ese es el problema. Que actuamos como dioses, pero mal, y decimos: “No, que se vaya y que lo encuentre al final”. No, oye, perdona, como lectora empedernida te digo: cambia tú el orden narrativo, así me evito leerme doscientas páginas y me da tiempo a leerme otra historia mejor.
Cuidado con esto. No estoy diciendo que una historia tenga que mantener el orden cronológico ni que se trate de acabar cuanto antes. Lo que quiero decir es que el orden de los sucesos tiene que tener su lógica dentro de la historia. Si el amuleto misterioso tiene una inscripción que solo podría entenderla alguien que hubiese viajado a esas islas remotas, la cosa cambia. En el primer caso, si alteramos el orden de los sucesos, sí cambiaría la historia: sería mucho más corta. En este segundo caso no. Por qué. Pues porque, por ejemplo, si el amuleto lo encuentra al principio, pero no lo entiende, no le sirve de nada. Ahí está la diferencia. Al regresar, puede descifrarlo. Necesita de ese viaje. En otras palabras, esas doscientas páginas son necesarias, tienen su razón de ser en la novela.
4-El cliché literario de las novelas fantásticas: Soy el elegido. ¡Y yo sin enterarme!
Este cliché suele denominarse como el tópico de “el elegido o la elegida”. Es muy habitual entre los protagonistas de historias fantásticas y de aventuras. Son héroes y heroínas que viven en pueblos pequeños, llevando una vida tranquila y a veces incluso pasando muchos apuros sin saber que son los herederos de una gran estirpe. ¿Cómo es que nunca imaginaron nada?
Suelen tener algún objeto que genera muchas sospechas (para el lector, porque el protagonista es inocentón y nunca se entera de nada), como un colgante o medallón que le dio el padre o la abuela. El objeto también puede tener grabado algún emblema significativo que da pistas sobre su origen o valor, pero curiosamente los protas de las historias tópicas no siempre dan importancia a tan extraño dibujito. A veces un familiar vivo era conocedor del secreto, pero prefirió ocultárselo a nuestro protagonista para protegerlo. Era mejor que siguiera viviendo en la miseria.
A la ignorancia de pertenecer a tan valioso linaje suele unirse otra más: la de tener poderes sobrenaturales. Seguramente gracias al objeto mágico. Pero eso lo descubrirán mucho más tarde, quizá cuando alguien se lo cuente, porque nuestros inocentes protagonistas no tenían ni idea. Ten cuidado, ellos pueden ser ingenuos y un poco tontos, pero te aseguro que no lo será el lector.
Otro signo propio de los elegidos es tener una marca o herida de nacimiento (otro lugar común de los héroes de este tipo de historias: la marca del héroe). Vale, sí, es una de las características de las historias fantásticas, pero no te quedes con la anécdota de la herida física: las marcas más importantes son las psicológicas.
No te confundas con todo esto. Claro que nuestro héroe o heroína puede ser de algún modo elegido. Pero no tocado por una varita mágica, que todo lo pueda por el hecho de ser especial y tire por tierra la posibilidad de enfrentarse él mismo a los problemas. Frodo Bolsón es de algún modo un “elegido” al heredar el anillo mágico de su tío Bilbo para emprender la misión de El señor de los anillos, la novela de Tolkien. Sin embargo, no es más que un joven hobbit, y deberá superar una serie de pruebas y conflictos en su misión.
Entonces, ¿mi protagonista no puede pertenecer a una estirpe? Por supuesto que sí. Pero ten cuidado con la forma en que proporcionas la información. No puede ser que eso sea lo más importante de la historia y que ningún personaje lo sepa excepto el lector que lo sospecha desde el principio. Eso dará al traste con la intriga.
5-Los tropezones, mejor que floten en la sopa
Otro cliché literario consiste en unir el tópico del azar con un personaje ingenuo o torpe. Es un lugar común, por cierto, muy explotado también en los storytelling publicitarios.
Algunos de los protagonistas de este lugar común se manchan siempre. Están tranquilamente en una fiesta, boda o cumpleaños y ¡zas!, alguien lo empuja sin querer y se tira encima la copa de vino. ¿Te recuerda a la escena de alguna historia romántica?
Hay muchas variantes, que en lugar de vino se manchen de café, de cava, de batido de fresa (el rojo suele estar de moda en este tópico), de helado, de chocolate, de helado de chocolate, de cerveza… El caso es ponerse perdido. Los que son más limpios simplemente se mojan. Si tu protagonista se ajusta a este perfil, mejor que se haga socio de una tintorería.
Otras alternativas de este tópico sustituyen las manchas por las caídas. El caso más habitual es cuando dos personajes tropiezan en la calle y se le caen los libros. Aunque aquí hay infinitas variaciones con el objeto caído: pinceles, paraguas, bolso, las llaves, las gafas o incluso el propio personaje. Pues sí, si se trata de una historia romántica es más probable que quien se caiga sea la protagonista, si no es al suelo será encima del galán de la historia, que seguro que será, como ella, poseedor de gran belleza y atractivo.
Este tópico está cada vez más extendido, porque ya no solo alcanza al personaje, sino a los objetos, que parecen cobrar vida. ¿Que el detective está buscando la pista clave y no la encuentra? No pasa nada, justo antes de salir de la escena del crimen se choca con un taburete donde está el cenicero con el cigarrillo del asesino. ¿No estaba cuando entró? ¿Quién lo ha colocado justo ahí? Suerte. ¿Que el protagonista quiere encontrar a su madre biológica? De forma misteriosa una foto de una mujer cae del álbum que puede incluso que haya estado viendo toda su vida, pero de donde nunca hubo ni cayó ninguna foto. Y así un largo etcétera.
No pongas sobre la mesa los elementos clave de tu historia solo cuando te interesen. Eso es hacer trampas. Las piezas del ajedrez están siempre sobre el tablero, a la vista del contrincante, aunque cada jugador solo puede mover una figura en cada turno.
Yo soy una patosa, lo confieso. Pero te aconsejo que tu protagonista tenga cuidado por dónde pisa. Los objetos y pistas importantes que los encuentre el prota. Que busque un poco más, que curiosee, ¿o es que es un poco vago? Pero nada de que caigan papeles de las mesas o que se deslicen de forma misteriosa los libros de las estanterías, eso solo está permitido en las historias de fantasmas. 😉
6-Más bonita que ninguna: el cliché literario de la novela romántica
Este cliché literario es más frecuente encontrarlo entre las féminas protagonistas de novelas románticas o de fantasía. Aunque no es exclusivo de ellas. He bautizado este tópico con la canción que cantaba Rocío Durcal en la película con el mismo título: “Más bonita que ninguna, dicen todos al mirarme”.
No voy a extenderme mucho con esto porque ya lo hemos tratado en la entrada del blog: “¿Es tu protagonista una Mary Sue?”. Solo recordarte que los protagonistas tienen que tener algún defecto si quieres que resulten verosímiles e interesante para el lector.
7-Clichés literarios a la hora de describir personajes: Espejito, espejito, dime cómo soy.
Este tópico no suele ser grave porque habitualmente aparece solo en alguna escena concreta de las novelas. A veces nos encontramos con la dificultad de querer describir la apariencia del protagonista cuando estamos utilizando la primera persona y echamos mano de este recurso manido. Entonces ponemos al personaje frente al espejo para que él mismo se describa. En principio, parece una buena idea, lo malo es que esa misma idea se le ha ocurrido a casi todo el mundo. Sí, qué putada, lo sé.
Pregúntate si es importante describir con detalle su apariencia y si es así, busca otra salida. Tal vez otros personajes pueden ir dando poco a poco dando detalles de su apariencia: ¡Qué vestido tan bonito llevas hoy! A mí el rojo me queda fatal; ¿Dónde te has comprado esa corbata? Voy a pedirme yo también una de ositos para mi cumpleaños.
¡Mierda! ¿Qué puedo hacer para que el lector vea esta bonita cara y este precioso vestido sin que resulte un tópico? Con lo fácil que es mirarse en el espejo. ¡Maldita sea!
Otros clichés literarios menos frecuentes
Otros tópicos algo menos frecuentes, pero que de vez en cuando aparecen son el intercambio de maletas (la confusión mete al protagonista en un buen lío), el amigo que sacrifica la vida en un momento dado por salvar al héroe, suicidarse por amor en una historia no contemporánea de Shakespeare y, en las historias románticas, tener que elegir entre dos pretendientes totalmente opuestos o que los enamorados sean personas diametralmente opuestas (como la pija buena y el chulo malote).
Clichés literarios y convenciones de género no son lo mismo
Pero, qué pasa con las historias de género. Especialmente con la novela romántica y las historias de fantasía. ¿No están llenas de tópicos?
A veces sí. Pero no hay que confundir un tópico con una convención de género. De esto hemos hablado en otra entrada del blog. Que los enamorados de una novela romántica acaben juntos al final, por ejemplo, no es un tópico, es lo que está esperando el lector. La trama policial clásica tiene una estructura muy clara y cerrada: atrapar al malo. Y qué sería de la novela fantástica sin la magia, la variedad de razas o las batallas épicas. Lo importante aquí no es solo utilizar el elemento propio de la literatura de género, sino darle un sentido, dotarlo de lógica en la historia. Eso es la clave.
Y hasta aquí por hoy. Otro día lo dedicaremos específicamente a los personajes tópicos y a los estereotipos.
El cine y la literatura están llenos de tópicos, pero en la manera de contarlos está la diferencia. Siempre he huído de películas y libros con argumentos muy trillados, pero con los años he sabido apreciar la diferencia entre el cómo se cuenta y lo que se cuenta y tomar conciencia de ese matiz es una alegría para los sentidos.
Últimamente me estoy encontrando con otro topicazo o quizá solo se trate de una moda, que consiste en abusar de los flashbacks o de la analepsis, cuando realmente no veo la necesidad de utilizarlos o no acabo de ver el encaje dentro de la narración. La mayoría de las veces me parecen forzados y torpemente hilvanados. Enhorabuena por el blog y la web, es una gozada aprender tanto.
Efectivamente, Jaime. La clave es cómo se cuenta, pero tampoco es buena idea utilizar argumentos muy trillados, porque al final también se han contado de muchas maneras ya.
De acuerdo también con el abuso de analepsis, sobre todo en las series de televisión. A menudo es un reflejo de la dificultad para saber encajar la información de forma integrada en la narración. Lo más fácil es ir hacia atrás y abrir un paréntesis, pero hay otras formas.
Gracias por pasarte por aquí. Siempre animan los comentarios.
Tengo una novela de fantasía juvenil en mente y quisiera saber si pueden publicar una entrada referida a crear personajes.
Tenemos ya varias entradas relativas a la creación de personajes.
Por ejemplo: Caracterizar personajes de una novela: el habla y el lenguaje.
Caracterización de personajes: singularidad y apariencia.
O también: Descripción psicológica de un personaje literario
Pon el el buscador de nuestro blog “personaje” y verás muchas entradas interesantes.
Estoy intentando escribir mi primera historia sobre fantasía medieval, he intentado evitar la mayoría de clichés pero usualmente se dificulta eso, estoy usando el “friends to lovers” además de “la profesía” aunque intento hacerlo de una forma diferente a lo que estamos acostumbrados a ver, hay algún consejo que puedan darme?
intento ser lo más original que puedo y le estoy poniendo todo el amor y dedicación que tengo a esta historia.
Hola, Emily:
Muchas historias tienen lo que se conocen convenciones de género, hablamos de eso en otro artículo del blog. Fórmulas que se repiten y que es normal encontrar en los libros de esa temática. Pero una cosa es utilizar una convención y otra abusar de los clichés. Si utilizas el esquema estructural “friends to lovers” únicamente, no pasa nada. El problema es si las situacions narradas y los personajes también nos recuedan a otros similares.
Mi consejo es siempre leer mucho. Primero para conocer qué es lo que se ha escrito ya y no repetirlo. Y leer todo tipo de géneros, historias y autores. Además así mejorarás la ortografía y la expresión escrita, que creo que no te vendría nada mal. También aconsejo no abusar de series y películas, pues es más común encontrar en ellos los tópicos.
Mira a tu alrededor. Tu vida, tus experiencias son únicas. No recurras a las historias que ya has visto alguna vez en la televisión.