
Todos hemos oído hablar de intriga y de suspense, y relacionamos fácilmente ambos recursos literarios con las historias de misterio. Pero, ¿son exactamente lo mismo? Hay todo tipo de artículos, ideas y opiniones sobre ello. En este post, trataremos de aclarar estos dos conceptos en relación a la escritura creativa, ofreciéndote la idea más extendida. Mostraremos ejemplos y explicaremos las diferencias entre intriga y suspense.
¿Qué es la intriga? Definición. Función de la intriga
Intriga viene del latín “intricare”, que significa enredar. En un argumento, por ejemplo, la intriga se lograría organizando y mostrando una serie de acontecimientos a lo largo del nudo de forma enredada (embrollada), confusa o llena de incertidumbres. El lector o espectador recibe unas pistas de lo que sucede que le mantienen atento, pero no entiende del todo lo que sucede, le faltan datos, y se preocupa. Lo que quiere es saber qué está ocurriendo o qué ha sucedido. Generalmente, en la intriga tanto el espectador como el protagonista tienen la misma información. Sin embargo, existe una necesidad de conocer algo, de resolver un enigma. Salir de dudas, por tanto, es de gran importancia para los dos.
La función de la intriga está clara, producir enganchar a los lectores, juega con la curiosidad del lector. Por eso, solemos también referirnos al concepto de intriga cuando, al organizar la información de nuestra historia, sea o no una novela de misterio, reservamos parte de la información para tener «intrigado» al lector. En cierto modo, la intriga, para lograr despertar la curiosidad del lector, debe estar presente en todas las historias.
Se produce intriga en cierta medida, por ejemplo, cuando vemos el tráiler de una película. En ellos se muestran una serie de pistas, fotogramas o fragmentos de la película, durante unos pocos segundos, pero sin contar toda la historia, de tal manera que la intriga que nos producen nos hace querer ver la película: queremos saber lo que sucede.
¿Qué es la intriga? Definición. Función de la intriga
Intriga es lo que se genera en la escritura de novelas policíacas y de misterio, que habitualmente se las conoce también como novelas de enigma. Lo habitual en ellas es comenzar mostrando un crimen, frecuentemente algún asesinato. No cabe duda de que vamos a seguir leyendo para saber quién es el asesino. En este tipo de obras el detective, o el personaje que realiza la investigación, sabe lo mismo que el lector. Desconoce quién es el criminal y necesita ir descubriendo pistas, interrogando a sospechosos, haciendo deducciones, etc., hasta descubrirlo.
En la novela negra también se produce intriga, aunque en este caso no siempre se basa en el descubrimiento del asesino, que también, sino en conocer los motivos del criminal o los detalles del delito. La intriga se basa también en el descubrimiento de algo por parte del lector, en este caso en lugar de quién, queremos saber por qué o cómo cometió el crimen.
No hay solo intriga en la novela criminal. Hay intriga en novelas donde se utiliza la trama policial o de enigma, aunque no haya de por medio ningún delito, puede haber una investigación. Encontramos intriga en las novelas donde el protagonista quiere descubrir un secreto familiar, investigar el pasado de su familia, o incluso su propio pasado si el personaje sufre amnesia. De lo que se trata es de que el lector se haga preguntas, de encadenar una serie de acciones que produzcan interrogantes. Mientras algunas se van resolviendo, otras se van reformulando. Este juego de descubrimientos aplicado a la trama de nuestras historias constituye la “estructura policial o trama policial”.
¿Qué es el suspense?
El suspense trata de sumergir al lector o al espectador en un estado de tensión. En la mayor parte de los casos porque se encuentra ante un peligro inminente o ante una situación de vital importancia para el protagsonista. Es decir, mantiene al espectador con expectación por lo que pueda ocurrirle al personaje y atento al desarrollo del conflicto. ¿Se salvará el protagonista? ¿Conseguirá el antagonista lo que se propone?
En estos casos, al contrario que en la intriga, el lector o el espectador tienen más información que el personaje. Por ejemplo, cuando sabe que hay una bomba escondida en un maletín y que en cualquier momento puede explotar, sabe que el enemigo está esperando en casa del protagonista para matarlo o que un personaje indefenso se acerca a un lugar peligroso. A las historias que utilizan principalmente el recurso del suspense se las conoce como thrillers.
Ese suspense no necesariamente tiene que hacer referencia a un peligro vital. Se puede producir suspense cuando el personaje se acerca a una situación de gran tensión emocional. Por ejemplo, si está a punto de pillar a su pareja con un amante en cuanto entre por la puerta de su casa. Cabe señalar que, para producir tensión emocional, el lector necesitará sentir empatía por el personaje. Si colocamos una bomba debajo del asiento de un personaje que no conocemos o que no nos importa, la tensión que producirá no será la misma que si sobre ella está sentado el héroe protagonista de nuestra historia.
Aunque el lector o espectador sepa ese secreto, sí que ignora el desenlace que tendrá, con lo que habitualmente, además de suspense, se generará cierta intriga. Si la intriga produce incertidumbre, el suspense genera bastante estrés, por lo que no debe alargarse demasiado en el tiempo, para que el espectador no se canse de permanecer con tal grado de tensión.
Diferencia entre intriga y suspense
Por último, la mejor forma de clarificar a diferencia entre suspense y sorpresa es con un ejemplo. Estas diferencias fueron explicadas por Hitchcock en una de sus entrevistas:
Estamos teniendo una charla muy inocente. Supongamos que una bomba debajo de esta mesa. No pasa nada y, de repente, bum, explosión. El público se sorprende, pero, antes de esa sorpresa, se le ha mostrado una escena completamente desprovista de interés, sin consecuencias especiales. Ahora, examinemos el suspense. La bomba está debajo de la mesa y el público lo sabe, probablemente porque ha visto al anarquista colocarla allí. Es consciente de que la bomba va a explotar a la una y hay un reloj en el decorado. El espectador puede ver que es la una menos cuarto. En estas condiciones, la misma conversación anodina se vuelve fascinante porque el público está participando en la escena. Está deseando advertir a los personajes de la pantalla: «No deberías estar hablando de asuntos tan triviales. ¡Hay una bomba debajo de ti y está a punto de explotar!»
En el primer caso, se le han ofrecido al público quince segundos de sorpresa en el momento de la explosión. En el segundo caso, le hemos proporcionado quince minutos de suspense. La conclusión de todo esto es que, siempre que sea posible, se debe informar al público. Salvo si la sorpresa es un giro, es decir, cuando cuando el final inesperado es, en sí mismo, el punto culminante de la historia.
Cuidado con las sorpresas
De la cita de Hitchcock puedes deducir las que no es lo mismo suspense que sorpresa. Las sorpresas no suelen estar muy bien vistas en las historias. Son como conejos sacados de la chistera del autor. En general, se suelen admitir ciertas sorpresas o casualidades en la primera parte de la historia, pero esas mismas sorpresas no se reciben con agrado conforme con acercamos al final de la historia. En este último caso, el escritor es el que corre un gran peligro, caer en un final deus ex machina y decepcionar al lector.
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