
Ya hemos hablado en el blog de la descripción literaria y los tipos de descripción. En este artículo también estudiaremos la descripción, pero esta entrada está especialmente pensada para ayudar a los estudiantes de literatura. Varias veces me han escrito para preguntarme cuáles son las características de la descripción literaria y sus diferencias con respecto a la descripción técnica y científica, así que ahí van. A los que quieren escribir una novela, les recomiendo leer otra entrada del blog antes mencionada titulada descripción literaria, descripción estática y dinámica, ejemplos.
Características de la descripción
Las características comunes a todas las descripciones, tanto de la descripción literaria como de la descripción técnica con:
1-Empleo de adjetivos y complementos nominales.
Al igual que los adjetivos, los complementos del nombre (o complementos nominales) son sintagmas nominales o preposicionales que completan el significado del nombre o añaden información extra de sus cualidades. El empleo de adjetivos junto con los complementos del nombre permiten visualizar con más detalle las personas, animales o cosas que nombramos. En literatura, esto hace que la descripción sea más visible, que tenga más visibilidad.
Si decimos, por ejemplo, “una jacaranda frondosa”, “frondosa” es un adjetivo que nos da una idea más precisa de cómo es ese árbol. Podemos añadirle también un complemento del nombre: “una jacaranda frondosa de flores azuladas”. “De flores azuladas es sintagma preposicional que añade más información, y más visibilidad a esa jacaranda. A mayor detalle, más precisión y más visibilidad literaria. Todo esto lo estudiamos en nuestro curso de ortografía y redacción.
Puedes ver un ejemplo del empleo de adjetivos y complementos nominales en esta breve descripción de personaje que aparece en el comienzo de Todos deberíamos ser feministas de la escritora Chimamanda Ngozi Adichie:
Okoloma era uno de mis mejores amigos de infancia. Vivía en mi calle y me cuidaba como si fuera mi hermano mayor: si a mí me gustaba un chico, yo le pedía opinión a Okoloma. Okoloma era gracioso e inteligente y llevaba botas de vaquero con las punteras picudas. En diciembre de 2005, Okoloma murió en un accidente de aviación en el sur de Nigeria. Todavía me cuesta expresar cómo me sentí. Okoloma era una persona con la que yo podía discutir, reírme y hablar de verdad. También fue la primera persona que me llamó «feminista».
2-Presencia de enumeraciones.
Otra de las características habituales en las descripciones es la presencia de enumeraciones. No es esta una característica tan frecuente como la anterior, sin embargo, hay que tenerla en cuenta.
Un buen ejemplo es la utilización de enumeraciones en la novela Helena y el mar del verano de Julián Ayesta, del que puedes leer a continuación el comienzo:
El dulce de guinda brillaba rojísimo entre las avispas amarillas y negras y el viento removía las ramas de los robles y las manchas del sol corrían sobre el musgo, sobre la hierba suave y húmeda y sobre la cara de los invitados y de las Mujeres y de los Hombres, que estaban fumando y riéndose todos a un tiempo. Y brillaban también las copas azules para el Marie Brizard y los cubiertos de postre. Y los lunares de luz —los grandes persiguiendo a los pequeños— corrían sobre el mantel lleno de manchas moradas de vino y migas. Y por la tarde había corrida y los hombres tenían la cara y las mejillas y las narices brillantes. Y también brillaba el café, tan negro con cenizas de puro rodeando la taza.
3-Presencia de conectores textuales sobre todo espaciales y temporales.
Son conectores espaciales, por ejemplo, arriba, abajo, a un lado, a la derecha… Y conectores temporales: más adelante, después, a continuación, en primer lugar, por último… Los conectores textuales nos ayuda a visualizar todos los elementos de la descripción dentro de un marco o escena.
A estas tres características, que poseen todas las descripciones, podemos añadir las…
Características propias de la descripción literaria:
4-Utilización de lenguaje connotativo.
En contraposición a la descripción científica que usa un lenguaje denotativo. El lenguaje connotativo trata de expresar emociones y lo encontramos cuando las palabras no se usan en un sentido literal. Es el lenguaje propio de la literatura y de la escritura creativa.
Es lenguaje connotativo el empleo de palabras en un sentido distinto del habitual (decimos que alguien es un gallina cuando es cobarde, no porque se parezca a una ave de corral), la elección de un sinónimo específico de una palabra (no es lo mismo decir médico que matasanos) o el uso de los significados simbólicos (paloma como símbolo de la paz no solo como pájaro).
5-Empleo de figuras literarias.
Es una extensión de la caracteríticas anterior. El empleo de figuras literarias como símbolos, metáforas, metáforas de situación, metonimias, comparaciones o símiles, sinécdoques, etc., es una característica propia de la descripción literaria.
Un buen ejemplo para estudiar todas las características de la descripción es el comienzo de Platero y yo de Juan Ramón Jiménez. He escrito entre paréntesis las características que he enumerado antes. En este caso, se trata de la descripción de un animal:
Platero es pequeño, peludo, suave (adjetivos y enumeración); tan blando por fuera, que se diría todo de algodón (lenguaje connotativo, metáfora), que no lleva huesos (hipérbole). Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro (comparación).
Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas… (enumeración) Lo llamo dulcemente: «¿Platero?» y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe en no sé qué cascabeleo ideal…
Come cuanto le doy. Le gustan las naranjas mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar; los higos morados, con su cristalina gotita de miel… (enumeración, adjetivos y complementos nominales).
Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña…; pero fuerte y seco por dentro como de piedra (varias comparaciones). Cuando paso sobre él, los domingos, por las últimas callejas del pueblo, los hombres del campo, vestidos de limpio y despaciosos (adjetivos y complementos nominales), se quedan mirándolo:
—Tien’ asero…
Tiene acero. Acero y plata de luna, al mismo tiempo (metáforas).
Resulta, sin embargo, difícil ir mucho más allá de estas características comunes porque hay muchos tipos de descripciones como hemos visto en otra entrada del blog. En ella puedes leer más ejemplos de descripciones que te ayudarán a distinguir mejor todas estas características de las descripciones.
Descripción de un personaje: retrato y autorretrato literarios
En literatura, cuando la descripción se refiere a un personaje, se le denomina retrato literario. Si es el propio autor quien se describe a sí mismo estaríamos ante un autorretrato.
Uno de los ejemplos más conocidos de retrato literario es el autorretrato que escribió Cervantes, incluido en el prólogo de sus Novelas ejemplares:
Este que veis aquí, de rostro aguileño, de cabello castaño, frente lisa y desembarazada, de alegres ojos y de nariz corva, aunque bien proporcionada; las barbas de plata, que no ha veinte años que fueron de oro, los bigotes grandes, la boca pequeña, los dientes ni menudos ni crecidos, porque no tiene sino seis, y ésos mal acondicionados y peor puestos, porque no tienen correspondencia los unos con los otros; el cuerpo entre dos extremos, ni grande, ni pequeño, la color viva, antes blanca que morena, algo cargado de espaldas, y no muy ligero de pies. Este digo, que es el rostro del autor de La Galatea y de Don Quijote de la Mancha, y del que hizo el Viaje del Parnaso… Llámase comúnmente Miguel de Cervantes Saavedra.
Otros tipos de descripción: prosopografía y etopeya
Si el retrato se centra únicamente en los rasgos físicos del personaje y en su apariencia, se le denomina prosopografía (descripción física). La prosopografía describe las características del personajes que pueden ser observadas con los sentidos. Es el caso de esta breve descripción del agente que viene a buscar a Josep K., el protagonista de El proceso, de Kafka, que aparece al comienzo de la novela:
En ese instante llamaron a la puerta y entró en el dormitorio un hombre al que nunca había visto en la casa. Era un personaje esbelto, de constitución robusta; llevaba un traje negro, ajustado al cuerpo, con cinturón y con acopio de toda clase de pliegues, bolsillos, hebillas y botones, todo lo cual daba a su vestimenta una apariencia particularmente práctica, sin que se pudiese comprender con exactitud, sin embargo, para qué serviría todo aquello.
Si por el contrario se centra en los aspectos psicológicos, el carácter o sus costumbres se conoce como etopeya (descripción psicológica).
En los textos literarios es frecuente la combinación de ambas descripciones. Un buen ejemplo de descripción literaria en un cuento es el comienzo del relato “El buscador inquietante” de Patricia Highsmith. El cuento comienzo con una etopeya, caracterizando perfectamente al personajes a tráves de su “curioso” hobby, de sus costumbres, para más adelante describir también su apariencia.
Andrew Foster, de treinta y siete años, casado, padre de una hija de catorce y uno de los mejores vendedores de la Marvel Vacuum Company, había encontrado un hobby curioso. Telefoneaba a mujeres, les daba cuerda de forma delicada, larga y lisonjera, concertaba una cita con ellas (a veces hacían falta dos citas si la mujer no le autorizaba a visitarla en su casa en la primera) y entonces les robaba alguna pertenencia lo bastante pequeña como para que le cupiese en el bolsillo.
A veces no era más que un encendedor de plata o un anillo de mediano valor lo que elegía de un tocador, pero eso le bastaba y tras su ratería no volvía a ver a la mujer. Nunca, que él supiera, levantó sospechas. Su porte cortés, formal e inteligente le hacían intachable. Después de todo, su trabajo era vender, y lo primero que un vendedor tiene que hacer para lograr meterse en un salón y presentar una aspiradora, es venderse a sí mismo. Y Andy lo hacía extraordinariamente bien.
(…)
Su aspecto resultaba aún más tranquilizador que su voz por teléfono cuando llamaba a sus puertas o se levantaba para saludarlas con expresión de curiosidad en un salón de té o una coctelería, como si no estuviese seguro del todo de que fueran ellas las mujeres que acudían a la cita. Usaba una talla 50, le sobraba algo de peso sin estar grueso, vestía clásico y sus carrillos rosados y firmes sugerían un vivir decente. Su porte tranquilo y su voz suave no le hacían en absoluto desagradable. Daba la sensación de ser alguien que idolatraba a esa mujer con la que estaba o, al menos, que era muy respetuoso con ella. Su conversación era inteligente, puesto que Andy se mantenía bien informado en multitud de materias.
Siempre llevaba el coche, un impresionante cochazo de la empresa, pero sin ningún distintivo de la compañía, y al final del té o del par de cócteles por persona (que era, al parecer, a lo más que se atrevían las mujeres con un hombre desconocido) se había ganado de tal modo su confianza que siempre aceptaban el ofrecimiento de llevarlas de regreso a casa o dondequiera que fuesen. Por lo general, sus raterías las hacía en el segundo encuentro. En dos ocasiones había concertado una tercera cita, después del robo, como una especie de desafío al miedo. Pero los objetos perdidos ni siquiera se habían mencionado.
Si en la descripción de una persona o personaje, se exageran o deforman los rasgos de una persona con intención humorística, de crítica o de burla se denomina caricatura. No hay mejor ejemplo de caricatura que el soneto de Quevedo titulado “A una nariz”:
Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una nariz sayón y escriba,
érase un peje espada muy barbado;
era un reloj de sol mal encarado,
érase una alquitara pensativa,
érase un elefante boca arriba,
era Ovidio Nasón más narizado.

“Platero y yo” no es un poema.
Cierto, es el título del libro. Ya está corregido.