
Son muchas las formas que conocemos de clasificar los textos de ficción: por géneros literarios (realismo, fantástico, policíaco, de humor, literatura infantil…), por su narratividad (textos narrativos, prosa poética…), por su extensión (novela, cuento, microrrelato).
Tzvetan Todorov establece una clasificación en función de las características y cualidades del héroe (protagonista). Es lo que él denomina modos de la ficción o modos ficcionales. Estos modos de la ficción se establecen según la relación entre el héroe del libro y el lector o las leyes de la naturaleza.
Los “modos de la ficción”, para Todorov, son cinco:
El héroe tiene una superioridad (de naturaleza) sobre el lector y sobre las leyes de la naturaleza; este género es el mito. Es el caso de todas las novelas de la mitología donde los protagonistas son normalmente dioses. Por ejemplo, Prometeo encadenado de Esquilo.
El héroe tiene una superioridad (de grado) sobre el lector y las leyes de la naturaleza; es el género de la leyenda o del cuento de hadas. En la serie de novelas de Harry Potter, por ejemplo, de la escritora J.K. Rowling, el protagonista es humano, un niño que, sin embargo, puede hacer magia y tiene poderes sobre las leyes de la naturaleza.
El héroe tiene una superioridad (de grado) sobre el lector pero no sobre las leyes de la naturaleza; estamos frente al género mimético elevado. Es el caso de la mayoría de las novelas de aventuras. Los protagonistas son humanos, pero normalmente reyes o personajes de elevada condición. Los tres mosqueteros de Alexandre Dumas estaría dentro de esta categoría.
El héroe está en una posición de igualdad con respecto al lector y a las leyes de la naturaleza; es el género mimético bajo. Es el caso de la mayoría de las novelas realistas.
El héroe es inferior en grado al lector; es el género de la ironía. Son aquellas novelas, generalmente escritas en clave de humor, en las que el protagonista bien es poco inteligente, bien es un marginado de la sociedad. A menudo al protagonista se le llama antihéroe y es la antítesis del ideal caballeresco. Este es el caso de la novela picaresca «El lazarillo de Tormes» o del Quijote de Cervantes. Un ejemplo más actual lo puedes encontrar en la novela Sin noticias de Gurb de Eduardo Mendoza, donde el protagonista es un extraterrestre perdido en Barcelona.
Fuente: *Todorov, Tzvetan. Introducción a la literatura fantástica. Modos de la ficción.
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