
Escribir el final de un cuento o novela es uno de los momentos más críticos de la escritura. El desenlace de nuestra historia es uno de los elementos más importantes.
A algunos escritores les gusta empezar cuando aún no tienen muy claro qué va a suceder, y dejan que sean los personajes los que los que les guíen y lleguen por sí mismos a alguna parte.
Otros en cambio van desarrollando la idea en la cabeza y hasta que no tienen claro el final no se sientan a escribir la novela. Es el caso de John Irving quien afirma: “No empiezo una novela hasta que tengo redactado el párrafo final, luego, escribir conociendo lo que les sucederá a tus personajes es tan simple como copiar lo que alguien te dicta.“
Ambas opciones son válidas, dependerá de cómo te sientas más cómodo tú cuando estés escribiendo, si notas que necesitas un guion o, por el contrario, piensas que eso te condiciona de algún modo y notas que te sientes atado a esa estructura, que te falta libertad.
A la hora de escribir el final de un cuento, suelen surgir interrogantes. ¿Final abierto o cerrado? ¿Que permita varias interpretaciones? Elegir un tipo de final u otro dependerá de nosotros. Pero recuerda siempre que debe ser coherente con la totalidad del texto y nunca puede desligarse de él, es como si estuviera escrito desde un principio. Como si, al final, cada una de las piezas de nuestra historia acabaran encajando.
Consejos para escribir el desenlace de un cuento:
- No debe ser previsible. Ni un tópico. Si te recuerda al final de una película ten cuidado, es un indicio de que puede serlo.
- No depende únicamente del azar o de un hecho fortuito (final deus ex machina).
- No busca moralizar al lector.
- Es consecuencia con el objetivo y el conflicto planteados en la historia.
- Puede ser un final abierto, pero siempre hay un final.
Este microrrelato de Pere Calders titulado “Pasos contados” ilustra esta idea de comienzo que es a la vez final en el cuento.
Desde la curva, pregunté dónde comenzaba aquel camino y unos cazadores me explicaron que exactamente allí donde se recortaba la silueta del sauce encima del horizonte. Caminé hasta desollarme los pies y, al llegar al sauce, un hombre clavado en el suelo me dijo que aquello no era ningún comienzo, sino uno de los finales. Al descubrir mi mirada de estupor -y quién sabe si de espanto-, el hombre clavado en el suelo me recomendó que no hiciera aspavientos y que me buscara un agujero protegido y a mi medida antes de que se pusiera el sol. Luego -añadió- todo son prisas.
2 comentarios
Deja una respuesta
y no se utilizarán con fines publicitarios o para introducir enlaces.
Os ayudamos a resolver únicamente dudas puntuales, no los deberes para clase.
Gracias por tu comprensión.
Al clicar en Publicar comentario aceptas expresamente nuestro
aviso legal y política de privacidad.
Sí. Vergonzante, pero no me viene ahora mismo el nombre de la ultima parte de un cuento. Que casi siempre es para lo que se escribe. Para dar una especie de paradoja o más bien enseñanza para el lector. Pero esa enseñanza tiene un nombre cuando se trata de un cuento.
Me respondo a mí mismo.pues buscando hallé la respuesta o palabra que no me venía.
MORALEJA
Esa palabra tan frecuente pero que si no te viene, no te viene.